Enfermo Mental
Traducción: Unknown
Soldier
Enfermo mental es una historia de miedo
sobre una enfermera que ayuda a un paciente en el asilo para enfermos mentales
donde trabaja.
Una joven mujer acababa de terminar la
escuela de enfermería, y necesitada de experiencia, se ofreció como voluntaria
e una clínica de salud que había cerca de su casa. Como era su primer trabajo
real, ella no tenía que encargarse de los enfermos mentales peligrosos. En vez
de eso, le asignaron su trabajo con los menos violentos. La gente suicida, los
deprimidos, aquellos que escuchaban voces y los que no hablaban nada de nada.
Ella trabajaba con muchos enfermos
mentales, pero su favorito era un hombre viejo llamado Arthur. Él era mudo.
Nunca dijo una palabra. Simplemente se sentaba en su silla y asentía con la
cabeza. Con el paso de los días, ella se acercó mucho a Arthur. Era un buen
escuchador.
Ella le hablaba durante horas y el
escucharía y asentiría con la cabeza. Ella le contó sobre sus padres, sus
amigos, todos sus problemas, todo lo que le ocurría en su vida. La mayoría de
las personas acabarían aburridas, pero no Arthur. El sólo se sentaba y asentía
con la cabeza mientras ella gemía y se quejaba de todo lo que le molestaba en
su vida.
Arthur solo asentía.
Tras varios meses de trabajar con Arthur,
la enfermera decidió que él ya no pertenecía al asilo de enfermos mentales. El
no podría estar muy feliz sentado en una habitación asintiendo todo el día. Esa
tarde, ella tuvo una reunión con el supervisor dela clínica. Ella decía que
Arthur no era ningún peligro y le dijo que le permitiera salir de la clínica y
vivir por sí mismo. El era un alma cándida. Era capaz de alimentarse solo y de
cuidarse. Se merecía estar libre.
“No hay nada malo con él.” Dijo ella,
“Arthur solo asiente.”
El supervisor no estaba de acuerdo con
ella, pero la joven enfermera no estaba a tomar un no por respuesta. Cada día,
después de trabajar con Arthur, ella hablaría con el supervisor y discutiría
sobre los pros y los contras de liberar a Arthur en la comunidad.
Finalmente, el día en el que su
persistencia daría frutos llegó. EL supervisor por fin admitió su derrota y
accedió a dejar que Arthur se fuera. La joven enfermera se puso muy contenta y
fue a contarle las buenas noticias. Ella le dijo que ahora era libre. Que podía
dejar la clínica por sus propios medios.
Arthur solo asintió.
Ella escribió su nombre y dirección en un
trozo de papel y se le puso a Arthur en la mano. Ella no paraba de repetirle que
iba a echarle de menos. Sobretodo echaría de menos hablarle todos los días.
La joven enfermera le dijo que se
asegurara de enviarle una carta lo antes posible. Quería escuchar cómo habían
acabado las cosas tras su liberación.
Arthur solo asintió.
La enfermera se fue a casa esa tarde
sintiéndose muy bien consigo mismo. Ella había conseguido por fin que Arthur
saliera del asilo de enfermos mentales. Ella contó a sus padres y a su hermana
las buenas noticias. Sus meses de duro trabajo por fin habían sido
recompensados. Se fue a la cama por la noche y se durmió con una sonrisa de
satisfacción en la cara.
En mitad de la noche, ella fue despertada
de malas formas por el sonido de un grito. Al parecer provenía del piso de
abajo. Asustada, intentó calmarse. Saltó de la cama y con valentía bajo la
oscura escalera.
Allí en la entrada, ella encontró los
cuerpos de su madre, su padre y su hermana. Estaban sobre un charco de sangre.
Cuando se agachó para ver si seguían vivos, vio una sombra moverse por el
pasillo.
Miró hacia atrás y se encontró con una
gran figura de pie sin moverse de la puerta. El grito se le atragantó.
Era Arthur. El solo estaba allí,
mirándola a los ojos. Sus ojos estaban enloquecidos. En una mano sostenía un
hacha ensangrentada y en la otra un trozo de papel doblado. El mismo trozo de
papel en el que ella había escrito su nombre y dirección.
La joven enfermera estaba temblando de
miedo. Arthur levantó el hacha por encima de su cabeza. Sus ojos estaban fueran
de sus órbitas.
“¿Vas a matarme?” dijo ella con la voz
entrecortada.
Arthur solo asintió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario