31 de octubre de 2016

ESPECIAL DE HALLOWEEN – Historias Cortas de Miedo #3



Enfermo Mental

Traducción: Unknown Soldier

Enfermo mental es una historia de miedo sobre una enfermera que ayuda a un paciente en el asilo para enfermos mentales donde trabaja.



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Una joven mujer acababa de terminar la escuela de enfermería, y necesitada de experiencia, se ofreció como voluntaria e una clínica de salud que había cerca de su casa. Como era su primer trabajo real, ella no tenía que encargarse de los enfermos mentales peligrosos. En vez de eso, le asignaron su trabajo con los menos violentos. La gente suicida, los deprimidos, aquellos que escuchaban voces y los que no hablaban nada de nada.

Ella trabajaba con muchos enfermos mentales, pero su favorito era un hombre viejo llamado Arthur. Él era mudo. Nunca dijo una palabra. Simplemente se sentaba en su silla y asentía con la cabeza. Con el paso de los días, ella se acercó mucho a Arthur. Era un buen escuchador.

Ella le hablaba durante horas y el escucharía y asentiría con la cabeza. Ella le contó sobre sus padres, sus amigos, todos sus problemas, todo lo que le ocurría en su vida. La mayoría de las personas acabarían aburridas, pero no Arthur. El sólo se sentaba y asentía con la cabeza mientras ella gemía y se quejaba de todo lo que le molestaba en su vida.

Arthur solo asentía.

Tras varios meses de trabajar con Arthur, la enfermera decidió que él ya no pertenecía al asilo de enfermos mentales. El no podría estar muy feliz sentado en una habitación asintiendo todo el día. Esa tarde, ella tuvo una reunión con el supervisor dela clínica. Ella decía que Arthur no era ningún peligro y le dijo que le permitiera salir de la clínica y vivir por sí mismo. El era un alma cándida. Era capaz de alimentarse solo y de cuidarse. Se merecía estar libre.

“No hay nada malo con él.” Dijo ella, “Arthur solo asiente.”

El supervisor no estaba de acuerdo con ella, pero la joven enfermera no estaba a tomar un no por respuesta. Cada día, después de trabajar con Arthur, ella hablaría con el supervisor y discutiría sobre los pros y los contras de liberar a Arthur en la comunidad.

Finalmente, el día en el que su persistencia daría frutos llegó. EL supervisor por fin admitió su derrota y accedió a dejar que Arthur se fuera. La joven enfermera se puso muy contenta y fue a contarle las buenas noticias. Ella le dijo que ahora era libre. Que podía dejar la clínica por sus propios medios.

Arthur solo asintió.

Ella escribió su nombre y dirección en un trozo de papel y se le puso a Arthur en la mano. Ella no paraba de repetirle que iba a echarle de menos. Sobretodo echaría de menos hablarle todos los días.

La joven enfermera le dijo que se asegurara de enviarle una carta lo antes posible. Quería escuchar cómo habían acabado las cosas tras su liberación.

Arthur solo asintió.

La enfermera se fue a casa esa tarde sintiéndose muy bien consigo mismo. Ella había conseguido por fin que Arthur saliera del asilo de enfermos mentales. Ella contó a sus padres y a su hermana las buenas noticias. Sus meses de duro trabajo por fin habían sido recompensados. Se fue a la cama por la noche y se durmió con una sonrisa de satisfacción en la cara.

En mitad de la noche, ella fue despertada de malas formas por el sonido de un grito. Al parecer provenía del piso de abajo. Asustada, intentó calmarse. Saltó de la cama y con valentía bajo la oscura escalera.

Allí en la entrada, ella encontró los cuerpos de su madre, su padre y su hermana. Estaban sobre un charco de sangre. Cuando se agachó para ver si seguían vivos, vio una sombra moverse por el pasillo.

Miró hacia atrás y se encontró con una gran figura de pie sin moverse de la puerta. El grito se le atragantó.

Era Arthur. El solo estaba allí, mirándola a los ojos. Sus ojos estaban enloquecidos. En una mano sostenía un hacha ensangrentada y en la otra un trozo de papel doblado. El mismo trozo de papel en el que ella había escrito su nombre y dirección.

La joven enfermera estaba temblando de miedo. Arthur levantó el hacha por encima de su cabeza. Sus ojos estaban fueran de sus órbitas.

“¿Vas a matarme?” dijo ella con la voz entrecortada.

Arthur solo asintió.




[[NT: Esta historia es una traducción una historia de miedo  que se puede leer en:
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